La escuela es un entorno fundamental para el desarrollo de los niños, que pasan gran parte de su día en el colegio, aprendiendo y relacionándose.
Suele
darse mucha importancia a las notas, pero olvidamos la parte emocional. Hay situaciones que pueden provocar frustración, por no entender algo; la
rabia por cometer errores; la desilusión por resultados más bajos de lo
esperado, o el aburrimiento y cansancio. Lo mismo pasa con las interacciones sociales: enfados provocados por peleas y discusiones; desilusiones por ruptura
de amistades, miedo al rechazo, etc.
Según cómo resulten de satisfactorias las
experiencias académicas y sociales de los alumnos, se irá conformando su idea, positiva o negativa, sobre cómo son los demás y ellos mismos: “soy capaz”, “soy inteligente”, “supero las
dificultades”, “soy
tonto”, “no soy suficiente
para mis padres/profesores”, “soy aceptado”, “se me aprecia y valora”, “puedo relacionarme a gusto con los demás”, “no le importo a nadie”. Estas ideas acompañarán a la
persona determinando su manera de
abordar situaciones futuras.
Todos hemos podido
tener algunas de estas ideas negativas, pero quizás se han superado. Aunque sí podemos ayudar a los niños a interpretar esas
situaciones y manejar emociones.
Solucionando conflictos por ejemplo, bien entre hermanos o amigos o bien los profesores en el patio del colegio, se debe intentar que los niños reflexionen sobre sus emociones. No se trata de que dos se pelean y hay que pedirse perdón, porque entonces creen que da igual lo que hagan porque con decir "perdón" vale. Hay que decirles cosas como: "¿Te gustaría que te lo hicieran a ti?", y que le pregunten al compañero "¿Cómo te sientes? ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?". Aprenden que no se trata de ver quién tiene razón,
sino de intentar sentirnos bien el uno con el otro y tratar de mejorar en
situaciones futuras. Cómo cambian sus caras cuando reciben comentarios del compañero como: “Siento
haberte pegado. Eres un buen amigo y me gustaría que nos llevásemos bien”; “Te
perdono. Creo que bailas muy bien, ¿te gustaría enseñarme?”. Se trata de pensar por qué ha pasado el conflicto, qué pueden hacer ambos para solucionarlo y aportar algo positivo del compañero, esto ayuda a veces verlo por escrito también, en un post-it bonito escribirle algo positivo y dárselo para que no se le olvide.
“Un pájaro posado en un árbol nunca tiene
miedo a que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama, sino en
sus propias alas”.
Por otro lado, si el conflicto surge a la hora de compartir algo, sobre todo con desconocidos, debemos pensar dos cosas: si el objeto es propio, los adultos debemos pensar que a nosotros no nos gustaría compartir nuestro móvil o coche con cualquiera, y menos si lo estamos usando en ese momento. Por eso, si un niño está jugando con un juguete cualquiera que sea suyo y no lo quiere compartir en ese momento debemos respetarlo, aunque siempre explicándole que quizás compartiendo le resulte más divertido el juego, y si tiene 2 juguetes (2 coches, 2 palas...), y sólo está jugando con uno razón de más para compartir y pasarlo mejor, pero en todo caso la decisión de compartir debe ser del niño que es dueño del juguete, se les puede explicar los beneficios de compartir pero sin obligarles.
Si es un columpio o algo del parque, hay que pensar en que también hay que enseñarles paciencia, no hay que bajar al niño del columpio inmediatamente sólo porque otro quiera subir, hay que dejarles (explicándoles que hay niños esperando), y el que quiere subir que aprenda a esperar su turno, porque los niños de hoy en día están muy acostumbrados a la inmediatez, Internet que vaya muy rápido (antes sin Internet esperabas para resolver las dudas al día siguiente en clase, o esperabas a que llegara la hora de tarifa plana para conectar el lento módem...), los dibujos tienen que ser ya mismo (antes no había tantos canales y esperabas a las 6 de la tarde para ver dibujos, o te levantabas a las 8 de la mañana los sábados para verlos, ahora cuando quieren ver dibujos encienden la tele y tienen 9 canales a elegir), etc.
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