Las rabietas son los gritos, llanto, patadas
o pataletas, sostener fuerte objetos o sujetarse a un lugar. Aquellas
expresiones de rabia y dolor de los niños por frustración al no conseguir lo
que quieren, por cansancio o cuando las necesidades fisiológicas no están cubiertas,
no han conseguido hacer algo por sí mismos o requieren atención.
Tienen que aprender que no siempre las cosas salen como uno espera y que tienen que manejar su enfado y asumirlo.Una vez se inicia la rabieta, es difícil que tanto los padres como el propio niño la puedan interrumpir de manera natural. En torno a los 2 años, cuando los niños se enfrentan a sus padres:
Tienen que aprender que no siempre las cosas salen como uno espera y que tienen que manejar su enfado y asumirlo.Una vez se inicia la rabieta, es difícil que tanto los padres como el propio niño la puedan interrumpir de manera natural. En torno a los 2 años, cuando los niños se enfrentan a sus padres:
- Descubren que son seres diferentes, con expectativas y necesidades distintas. Es importante que los padres valoren las cualidades del niño, para que él mismo pueda apreciar sus propias características particulares.
- Se demuestran a sí mismos que son capaces de realizar autónomamente diversas actividades, aumentando su seguridad con los éxitos, y su dependencia e inseguridad cuando descubren que necesitan la ayuda constante de un adulto.
- Entienden que existen situaciones en las que sus deseos se frustran y han de aprender a manejar la rabia que les produce, de la forma más ajustada posible.
- Quieren conseguir la atención de los adultos o expresar su enfado por algo.
- Extinción. Ignorar la rabieta intentando mantener la calma, y vigilarles de reojo. Es importante que no ignoremos comportamientos que pueden conllevar un riesgo para su seguridad física.
- Tiempo fuera. Interrumpir la actividad que se estaba realizando, apartar al niño del conflicto y llevarlo a otra habitación o lugar de calma para calmarse, ignorar el llanto y esperar a que se haya reducido la intensidad de la rabieta. A ser posible que haya desaparecido por completo.
- Cambio de tema. Buscar algo que consiga romper el ciclo: una broma, un juego, un objeto que distraiga su atención, siempre con una sonrisa. (¡Mira! Acabo de recordar que daban en la tele unos dibujos nuevos, o Acabo de recordar que fuera he visto un pájaro de colores, ¿Sabes lo que tengo en la mesa? ¿Quieres verlo?, etc.). En un lugar público igual, intentamos distraerlos con algo nuevo en un lugar diferente si es posible, apartándoles de la zona y conflicto
- Evitar el castigo. Conductas como gritarle, pegarle, continuar razonando en un tono de voz alto, etc. sólo contribuirán a prolongar este comportamiento.
- No ceder ante la rabieta consintiéndole lo que pedía, porque sino comprobarán que llorar les funciona para conseguir lo que quieren y repetirán la conducta.
- Ofrecerle conductas alternativas a las rabietas. Una vez se ha calmado hay que mostrarle distintas formas de conseguir lo que quieren: negociación, petición, esperar el tiempo necesario, etc., y enseñarle formas de expresar su enfado: puede gritar o llorar, pero intentando calmarse para razonar o negociar y expresar lo que quiere con palabras. Les podemos explicar que cuando no conseguimos algo a veces nos enfadamos. En casa, cuando alguien se enfada dice: “Estoy enfadado” y, si no se le pasa, puede irse un rato a la habitación a jugar hasta que esté más tranquilo. Es importante que entiendan que este tipo de conductas no se admiten en la familia. Para ello, también tenemos que recordar que, en casa, los padres son el modelo a seguir del que los niños aprenden cómo resolver un enfado y un conflicto.
- En el momento en que las rabietas:
- Son de alta intensidad
- Se producen más de cuatro o cinco veces diarias
- Incluyen autolesiones o agresiones a los adultos